A menudo nos distrae de tal modo la guerra interna entre lo que deseamos hacer y lo que debemos hacer que pasamos por alto lo que necesitamos hacer. Necesitar no en el sentido de obligación con los demás, sino en el sentido de conservar la cordura. Llega un momento en el que lo que los demás opinan que deberíamos hacer entra en conflicto directo con lo que nuestra cabeza o nuestro corazón nos pide hacer, y es entonces cuando debemos decidir si nuestra prioridad es complacer a los demás o complacernos a nosotros mismos..
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